lunes, 22 de abril de 2013

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dificultades que estamos padeciendo. Internamente entre ellos debaten todas las cuestiones que los políticos exponen o denuncian, empero no pueden opinar públicamente. Alfredo Peña.

Todas las ramas de la ciencia moderna, concienzuda y seria, convergen a la proclamación de esa grande, de esa fundamental y decisiva verdad: el mundo social, el mundo puramente humano, la humanidad, en una palabra, no es otra cosa que el desenvolvimiento último y supremo -para nosotros al menos relativamente a nuestro planeta-, La manifestación más alta de la animalidad. Pero como todo desenvolvimiento implica necesariamente una negación, la de la base o del punto de partida, la humanidad es al mismo tiempo y esencialmente una negación, la negación reflexiva y progresiva de la animalidad en los hombres; y es precisamente esa negación tan racional como natural, y que no es racional más que porque es natural, a la vez histórica y lógica, fatal como lo son los desenvolvimientos y las realizaciones de todas las leyes naturales en el mundo, la que constituye y crea el ideal, el mundo de las convicciones intelectuales y morales, las ideas.
-El estado no tiene controles suficientes, debido a las fallas de la Administración Pública, para que no se produzcan esos desvíos. Eso ha ocurrido siempre, desde luego hay que hacer esfuerzos para instrumentar los remedios pertinentes. Canache Mata.
Ved a estos altos simios de pelambre rubia, de cenicientas clines, de grisosas lanas e indecente trasero que ostenta la desolladura azulosa y rígida de las grandes heridas… Vedlos pululando en torno vuestro, tratando de imitar el lenguaje humano con sus breves ladridos y sus horrendos balbuceos pueriles; mendigando, robando o exigiendo toda cosa; infatigables en la actividad codiciosa de sus largos dedos astutos, de sus engarfiadas uñas y de las rosadas palmas de sus manitas, siempre aptas para convertir los votos depositados en las urnas en billetes depreciados para usura de los humildes, beneficio de los poderosos y cuantiosa comisión de los intermediarios prestimanos. 
¡Ved a esta despreciable horda, que pretende asemejarse al hombre, a nuestra condición; la horda que diezma las cosechas logradas con tan largo jadeo y tal angustia; la horda que casca con sus pequeños dientes aguzados y rechinantes el cacahuete del erario; la horda que después del ávido expolio, se diputa a sí misma para ir a chillar y gesticular bajo las cúpulas de los templos y sobre las terrazas de los palacios! 
¡Ved a esos grandes monos hediondos a sudor de codicia, a orín de consentido vasallaje, tratando  de treparse al árbol 

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