lunes, 22 de abril de 2013

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Así como el pensamiento aristocrático estaba dirigido hacia una elite minoritaria, el pensamiento burgués, como reacción aspiró a abarcar toda la humanidad.
El teatro burgués, la literatura burguesa, aspiran a ser reconocidas universalmente y a que los hombres las lean. Un escritor como Flaubert, cuando escribe Madame Bovary –ese portento literario- piensa que lo están leyendo los franceses, los mexicanos, los chinos.
En dos platos, todas esas cosas que nosotros llamamos sociología, antropología cultural, etc son creaciones de la burguesía.
El concepto de “voy a la librería y pago por un libro”, evidentemente es burgués. Con lo que esta es exclusiva, es con el dinero.
Permítanme ilustrar esto con un chiste contemporáneo que todos entendemos: se trata del exilado cubano que está en Miami y escribe una carta a sus familiares en Cuba diciéndoles: “aquí no es como allá que hay que hacer cola por todo, por los racionamientos y no se consigue casi nada, aquí hay carne, la que tú quieras, aquí hay de todo, lo único que está racionado es el dólar.”
Nuestro gran héroe simón Bolívar gozó también de esa manera de ser, hizo un culto apasionado del yo, todo en su vida era un gesto para la historia. Por ejemplo, aquello que se atribuye al libertador del “Delirio del Chimborazo” revela una persona que ha caído en el exceso ególatra de ponerse a hablar con el tiempo y además encaramado en el Pico Aconcagua:”El tiempo se me apareció y dialogó conmigo”.
En la tensión entre las realidades de la conquista y las ilusiones de la utopía, fue surgiendo en América una nueva cultura a medida que los indígenas, enseguida los mestizos de indio y blanco y finalmente los negros iniciaron un proceso de mezcla racial que se cumplió con tal plenitud que llevó al surgimiento de una sociedad propiamente americana, multirracial y policultural.
Las ciudades coloniales se transformaron desde muy pronto en centros de esa nueva cultura. La primera universidad de América se fundó en Santo Domingo en 1538 y las de Lima y México pocos años después. Esta prontitud se aprecia más si estos mismos hechos los comparamos con el proceso de colonización de Norteamérica, la primera

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