lunes, 22 de abril de 2013

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Por otra parte , esa moraleja es propia de los relatos infantiles, y los estudios de audiencia reflejan que esta es la edad mental de la audiencia.
Casa de Muñecas de Ibsen, no tuvo buena acogida del público cuando se estrenó, porque lo que pretendía demostrar con la conducta inmoral del protagonista rompía frontalmente con lo establecido en esa sociedad. La manipulación de la verdad hacia lo polémico genera un conflicto ético con las verdades aceptadas que se pretenden suplantar. El público del teatro siempre ha sido pasivo, no polemiza con el autor, pero con Ibsen el teatro se volvió polémico porque el intentó convertir a la audiencia en una asamblea. Los escritores de telenovelas somos en cierto sentido herederos de Ibsen.
La tragedia persigue el triunfo de la verdad produciendo en el espectador una emoción paradójica que va de la desdicha al contento, aunque esta a veces llore, no será de tristeza sino de felicidad por la emoción producida. A este estado los griegos lo llamaban catarsis.
Por ejemplo, Drácula es maldad 100%, es un solo polo sin duda ni arrepentimiento. Con el triunfa el mal y deseamos que triunfe el bien para que se rediman las víctimas. En este caso, la estaca es el símbolo de la catarsis, a través de ella el mal tendrá un resultado liberador.
La catarsis no necesariamente conduce a la felicidad aunque triunfe la verdad; a veces conduce a la reflexión, como cuando se decide a ir a un psiquiatra: ahora comprendo que no puedo manejar solo este conflicto, necesito a alguien que me oiga aunque sólo sea para que yo mismo tome conciencia de la verdadera dimensión del problema. Al comprender la verdad, me siento feliz por la liberación que me produce y vuelve el orden a la vida. Sócrates decía: “si entiendes, eres feliz”.
Perdonen la digresión, pero esta relación del hombre con la verdad nos ayuda a entender cierto tipo de comportamiento: la persona que es violenta porque va guiada por una idea fija de la que no está segura; “el que no está seguro de lo que no puede estarlo”, que es una definición del “liberal”; el “fanático”, que está seguro de muchas cosas, suple con violencia desatada la evidencia que le falta y está dispuesto a borrar

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